sábado, 7 de julio de 2018

LA MINORÍA GOBERNANTE

     No hay precedentes. España está en manos de un perdedor electoral que se apoya, para ejercer el poder, en los votos prestados por partidos políticos cuya idea principal consiste en descuartizar a la nación que hizo historia con ese nombre.
     Dicho de otra forma, España subsiste gracias a sus enemigos porque esperan que al menor fallo de sus muros básicos,  la tal Nación se desmorone.
     Nadie podrá, si se llega a producir  la destrucción de su País, detestar a quienes, con el pretexto de salvarnos de la ruina, entiendan que  ha llegado la hora de construir la "nación de naciones", que es algo  así como volver a las taifas, o a las behetrías, en manos de unos pocos que serían los adquirentes afortunados -con carácter hereditario- del derecho a mantenerse en el poder por los siglos de los siglos. Basta con mirar a la Cataluña expectante y los nuevos linajes con cuentas en sus paraísos fiscales.
      Me pueden decir que eso mismo sucede en el Mundo globalizado, donde unos pocos, en nombre de la modernidad, son los que pitan y se están alzando con el santo y la limosna. Pues bien, precisamente por eso -por pura necesidad- los pueblos no pueden dividirse. Tienen que ir en vanguardia y además unidos ante problemas a los que dar soluciones humanitarias,  y no con guerras al fin suicidas.
      Usted lector comprenderá -por citar un ejemplo- que el futuro lo dominan las grandes uniones y que ya ha llegado la hora de vencer dificultades para situarse entre los fuertes, en nombre de los que hablan el mismo idioma.
      ¿O no se dan cuenta que el nuestro, el español, implica a más de quinientos millones de personas?

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