lunes, 30 de julio de 2018

LA CALLE Y LA CORTE DEL PODER

     Para empezar, cuando un amplio sector popular de los que  hacen calle, reacciona ante hechos que le  parecen injustos con cierta indiferencia, no nos llamemos a engaño: está cociéndose una respuesta en contra de lo que sucede o de cómo sucede. Están anunciando su enfrentamiento contra una  invasión de forasteros.
    No estoy,  al relatar estos hechos, justificándolos, ni mucho menos: simplemente los constato. No hay duda de que el movimiento migratorio  está afectando a millones de personas perseguidas en su tierra originaria, ni la hay de que la respuesta oficial de algunos países  tiene un signo positivo, en la creencia de que sus electores comprenden tan generosa conducta.
     Pero el sector popular que bordea la pobreza, con un simplismo convincente, llega a conclusiones bien distintas: ¿Por qué a estos forasteros les otorgan derechos y les  dan servicios que a mí me niegan? Y me los niegan  pese a que yo y millones de compatriotas empobrecidos, fuimos  durante décadas los que costeamos este y otros servicios que hoy se abren para todos a cambio de nada,
     En la Unión Europea, llamada a colaborar en favor de los emigrantes, las respuestas positivas de algunos países están paralizadas. Cada día tienen más  seguidores aquellos partidos políticos que han cerrado fronteras para ignorar estas asistencias en favor de los injustamente desplazados.
     En España la reacción está larvada, pero el día que salten  los descontentos, como siempre, caeremos en el otro extremo.
     Curas hasta en la sopa o sopa de curas.


   

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