lunes, 20 de agosto de 2018

SIMPLISMO POLÍTICO

     Puede parecer que la política, expuesta por los doctrinarios de costumbre   es la auténtica a   fuerza de ser simplista.  Por ejemplo, : todos tenemos derecho a servirnos de la libertad de expresión. En el ejercicio de ese derecho, no podemos insultar a troche y moche, impunemente, a cualquier respetable personaje . No es tan sencillo como parece, pero en algunos medios de expresión  esta impunidad prospera y el derecho al respeto mutuo se pisotea con cinismo incontrolado.
     No quiero animar, al decir esto,  mis preocupaciones gratuitas pero, si se abusa del sistema - algo no va bien y en esa marcha a trompicones alguien termina por pagar los porrazos. Ese libertinaje de expresión, no es un puro ejercicio discursivo. Es un toque de atención precursor de violencias físicas.
     Pues bien algunos -demasiados- políticos, nos quieren confundir y pretenden que veamos democracia, en donde solo hay injurias y desprecios.
     Nada más noble en apariencia  que el diálogo para resolver diferencias y acortar distancias. Y no siempre es así. Existe el diálogo de sordos y es del todo inútil hacernos creer que por esa vía  se resuelve la sordera. No caigamos en el simplismo de la solución pactada con un bla-bla cargado de odio, de humo y de egocracia. 
      Es decir  los "listos" mejor dotados que los "tontos" defienden sus ambiciones en oleadas dialécticas y sin ruidos violentos, pero cuando se rompe la cresta de la ola,  cuando los "listos" ponen todo su  potencial en marcha para triunfar, hace falta mucho talento para que la respuesta de los "tontos" no haga sangre.
      Las mentiras, apoyadas en un simplismo inteligente, ganan o provocan soluciones violentas y  por tardías injustas.
      Lo único que está claro en este oleaje a la catalana es quiénes son los "tontos".       
     






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