jueves, 30 de agosto de 2018

¿PROBLEMA? NO HAY DINERO.

     Al fin y al cabo el hecho se repite y cuando se generaliza la escasez, cuando el hambre muerde los calcaños  del más pintado, surgen  expertos en la materia :  Se trata de estudiar las causas del mal y de ponerles,  freno. Pero...
     La pregunta lógica en estos casos es infantil; se la hace un niño cuando le falta la teta. ¿Qué pasa? ¿Por qué mi madre se ha secado? Y, quiéralo o no,  ha de admitir que el ciclo de la mamandurria, para él,  ha pasado a la historia y ha de cambiar de sistema. En mis tiempos -si mal no recuerdo- algunos adultos ayudan al destete dando a la criatura una rebanada de pan untada en vino. Me temo que algo parecido les espera a las mal llamadas clases pasivas.
     Los expertos -políticos, economistas, sociólogos y otros curanderos de una sociedad despistada- no quieren reconocer que vivimos un periodo de cambio y andan a la búsqueda de sucedáneos de la teta, servidos en cubitos cargados de química, como se hizo en  tiempos idos con el caldo de gallina. Es un engaño, pero al fin, las monedas de papel también lo son desde que jubilamos para siempre el oro y plata,
     Dicho lo cual ha de reconocerse que la pensión en dinero ya no funciona e irá decayendo, porque el número de ancianas y ancianos crece con buena salud y los niños a fuerza de condones y cosas por el estilo han decidido quedarse en el cielo. Los que gastan crecen. Los que ganan no nacen. Así no hay quien juegue.
     Soy un viejecito de noventa y seis años, El olfato me dice que la muerte dulce -un suicidio vestido con el hábito de últimas voluntades- está a la vista como solución rampante. Pero...
     ¿Qué pasaría si se creara una moneda para ancianos?
      ¡Jope...! ¡Hay qué  ver, lo que da de sí el insomnio!

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