jueves, 9 de agosto de 2018

MOTORES DE LA POLÍTICA (4)

   Era anarquista. Voluntario en la guerra civil, terminó en un campo de  concentración. Lo sacó del agujero, un falangista amigo que testimonió su inocencia. Terminó de limpiabotas en un céntrico bar.
Acabada la II Guerra mundial, lo llamó desde Amsterdam un correligionario amigo, y allí se fue. Quiso funcionar como "limpia" por su cuenta en la vía pública, pero no lo dejaron:  estaba prohibido. Sin embargo. si podía actuar, a cambio de propinas,  un violinista menesteroso.
   No sé las causas, pero siempre que trato de interpretar la conducta de los políticos ante los problemas que han de resolver, compruebo que desatienden el  mandato de la lógica con el mayor desparpajo. No se entiende. Por eso, sufría el "limpia" del caso, que siguió siendo anarquista.
   Veamos: España tiene muchos pobres y pocos ricos. Sin miedo: pobres cada día más pobres y ricos cambiando de clima. Es una realidad viva. Está a la vista. Y, claro, si tuviéramos más ricos y menos pobres, la solución de muchos problemas sería posible.
    La lógica dice: cuide usted, Estado,  a  esos  ricos; no los espante,  para que así crezcan en número y contribuyan con una lógica aportación, ineludible,  al bienestar general. Cuide usted, Estado, el gallinero; no se exceda en la presión que algunos consideran apostólica, por milagrosa que parezca. No generalice la pobreza, porque en ese caso, la prosperidad desaparece, huye, se esfuma.  Dicho todo con prudencia, a sabiendas  de que  una parte razonable de esos y otros tributos, son necesarios para crear nuevas riquezas productivas; no especulativas.
    Más o menos, es el cuento de la gallina que ponía  huevos  de oro. No la matemos. No sé si me explico, que diría un cachondo.

(Continuará)
 

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