El
PP del País Vasco va a menos y esto es lo alarmante para quienes con su voto quieren defender unas
ideas emparejadas a principios
positivos: paz, justicia, patria, familia, cultura, trabajo…
No es mi propósito hacer un análisis de
las causas que motivan esta lenta caída del PP, pero intuyo que el voto joven
no se siente cautivado por este partido; y
el voto de siempre, el de los mayores, decae por razones naturales: nos
vamos haciendo viejos, cunde un cierto
desinterés por los negocios de tejas abajo y, también, nos morimos poco a
poco. Y digo poco a poco, consciente de que la muerte no es cosa de un
día. ¿Y que puede hacer el PP del País Vasco
para frenar esta caída e incluso remontarla y colocarse en vanguardia en
próximas confrontaciones electorales?
Es cierto que luchar por el voto a favor del PP, aquí en el
País Vasco, es mucho más difícil que en
otras zonas de España. Esto obliga a
tener presente y bien expuesto, un programa con propuestas atractivas en favor del votante y un equipo muy entrenado en la tarea divulgadora de los objetivos a cumplir.
De puertas afuera las ideas a
transmitir han de ser muy simples. De puertas adentro los programas han de
estar adecuados a los medios materiales y personales que se pueden movilizar
para alcanzar esas metas, y luego
trabajar, trabajar y trabajar.
¿Dónde están los votos que el PP puede
conquistar?
Están ahí, en la calle, en las áreas del
trabajo, del estudio, del deporte, incluso del reposo, del ocio…; están allí
donde todos llegan. Eso es lo problemático de este asunto: que hay que competir
y vender ideas que cautiven.
Y,
la verdad por delante, no se vé al PP metido en los tres sectores - el cultural, el social y el autonómico - activos en todo el País Vasco, con iniciativas propias, bien pensadas, capaces de satisfacer los deseos de amplias mayorías.
El PP y el mundo cultural vasco están divorciados. Hay que examinar fríamente esa realidad. ¿Por qué este divorcio?
En el campo económico-social, si el PP quiere ganar votos, ha de presentarse con ideas
propias; su línea de acción comienza entre aquellos que se animan a
trabajar con cierta autonomía; es un sector muy castigado, pese a unos últimos intentos por aliviar a los empresarios autónomos de cargas inútiles.
Y en el sector autonómico, el PP no sabe por dónde empezar desde que olvidó algo básico: que la Constitución ampara y respeta los derechos históricos de los territorios forales.
En pocas palabras: el PP tiene que dejar en el
perchero la vitola señoritinga, por la que lo califican (o se califica) ante
las masas, y salir a la calle para meterse hasta el corvejón en el mundo de la realidad vasca.
Sobre estos temas todo lo que se
insista es poco. Claro que, previamente haría
falta que los líderes del PP lo
entendieran y empezaran por dar nuevo sentido a sus congresos, en los que por
cierto sobran rigidez, retórica y textos cargados de tópicos, y falta una
oleada de aire democrático.
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