lunes, 14 de noviembre de 2016

ESTABILIDAD, TURISMO, EMPLEO

     El turismo que ofrece España tiene dos facetas: la populachera (que no popular) y la de largo alcance que valora todo el legado histórico de esta torturada Península.  
     Dicho lo cual, no es cierto el dicho "los gobiernos no crean o quitan empleos". Téngase en cuenta que el trabajo es una rutina y hay gobiernos que la rompen bajo  un proyecto de cambio; si luego las promesas se frustran y surgen imprevistos y si todos,  también los gobiernos,   no se acompasan a las nuevas rutinas, el país cae en picado. Y el paro se agiganta.
     El caso es que en España, por fas o por nefas, estamos en fase próxima a  un cambio anunciado. Y no cuentan con que las iniciativas turísticas, de carácter privado, están bajo mínimos y sólo nos salvan las multinacionales, las empresas muy consagradas (y exportadoras) de ese turismo barato.
     Los cambios que de verdad mueven la economía suelen ser creativos y en España, no están las mayorías a punto de participar en esa vanguardia.
     Para empezar, a España los turistas llegan en masa durante los meses de verano. Si quisiéramos progresar en este sector,  estaríamos en fase de  innovar. No nos vemos inclinados a la creatividad turística. El turismo, en España, según las estadísticas,  crece en número, pero no en calidad y esto tiene sus riesgos. Un simple atentado,  -que nadie desea- puede ser nuestra ruina. España se merece un especial cuidado de este sector: menos turismo de botellón y magreo, y más visitas de larga estancia.
      Por lo demás, España es un país con mejor futuro turístico, con un clima favorable que  bien entendido, podría favorecer un turismo de más calidad,  a nada que se lo propusieran la autoridad competente y los promotores del ramo. Los atractivos existen, la infraestructura (por cierto mejorable), también.
Pero no se vé propuesta alguna, por parte de España, que destaque en el ámbito europeo,  para relanzar un  turismo con clase que abarcara a toda ella, y no sólo a las playas mediterráneas.
      Tal vez el equivocado sea un servidor. ¡Es  opinable!



   

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