sábado, 12 de noviembre de 2016

DESÁNIMO EMPRESARIAL

     Cuando uno recorre las calles de su ciudad, advierte la presencia de numerosas lonjas vacías correspondientes a otros tantos negocios que fueron cerrándose por haber dejado de serlo. Al entender de los expertos,   las condiciones laborales  han dado tal cambio en estos últimos diez años, que difícilmente se decidirán  a reemprender,  las generaciones actuales, la apertura de estos locales; no se prestan a invertir tiempo y dinero en empresas que no pueden funcionar con éxito.
     El cambio a mejor va a ser más lento de lo que algunos pronosticaron. Solo una reforma muy profunda de las condiciones laborales  y fiscales, podría activar esta revitalización rápida de los mercados, pero los políticos no parecen animados a correr ese riesgo.
      En todo caso la esperanza recae en las iniciativas familiares que, ante el paro crónico que impide la colocación de sus vástagos, solo tienen dos caminos: el de la emigración o montar una pequeña empresa en la que dar trabajo a  los suyos.
      Desde algunos partidos políticos, se han  ideado reformas para incentivar este tipo de empresas  autónomas. La intención es buena, pero de vuelo corto.
      Esta es la realidad de nuestros días:  el desánimo empresarial es de tal calibre, que resulta dudoso el cambio en favor de nuevas inversiones.
      No lo negamos: los políticos están queriendo facilitar ese camino, pero tampoco pueden aventurarse  con grandes promesas, entre otras razones porque los medios financieros nacionales  están muy limitados y la amenaza de una mayor presión tributaria no la puede eludir ninguno de los partidos con probabilidades de gobernar España.
      Los políticos, en circunstancias como las que sufrimos en este País, no  aciertan a dar golpe de efecto. En el año que vence, con un gobierno en funciones,  las cosas no fueron tan mal;  pero es de temer que no sucederá lo mismo ahora que "los opositores" ya tienen al chivo expiatorio en el altar del sacrificio.
      Esto es un freno. Los autónomos son los primeros en detectarlo.
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