domingo, 22 de junio de 2014

TODO TIENE UN LÍMITE

   Lo repetía mi abuela, cuando el "crac"  del 29 llegó a España con la II República, al tiempo que destilaba sentido común (mi abuela, no la República): "No hay familia que funcione si no gana para cubrir  lo necesario y no lo  administra bien. Todo tiene un límite".
   Los conocimientos sobre economía de mi pariente en segundo grado, eran empíricos, pero le bastaban para llegar a conclusiones didácticas. Sabía enseñar.
   Según sus principios, las familias están obligadas a devanarse los sesos para salir adelante, es decir para ganarse el sustento y  el calor de la lumbre. Y a partir de este logro, lo que se fuera ingresando -descontando impuestos-  había que guardarlo con mimo: nada de gastos superfluos;  y, por supuesto, obligado estudio para elegir  con acierto los que ella calificaba de gastos convenientes. Y volvía a insistir: "Todo  tiene un límite".
   Comprendo que mas de un economista se despelote ante tanto simplismo, y hasta podría demostrarnos que el  dinero gastado en fiestas puede ser rentable desde  un punto de vista keynesiano. Pero si bien se mira, ahora que el Gobierno -con sentido electoralista, según sus adversarios- ha decidido aliviarnos sólo un poco la cartera con la reforma del sistema tributario, lo que tenía que hacer  era suprimir en  un ochenta por ciento el parque de coches oficiales, por tratarse de un gasto superfluo.
   Puestos a elegir, sería mucho mas electoralista esta medida que la anunciada sobre la rebaja de impuestos.
   Pero pienso que a los gobernantes  actuales les falta malicia  electoral. Nunca hubieran sido capaces de montar algunos de los tiberios que se supone cambiaron los designios electorales de la noche a la mañana. Pásalo: "Todo tiene un límite"

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