Risto Mejide viajó a Gibraltar con su chéster, convocó a buen número de interesados para que dieran su opinión y, después de tan noble esfuerzo, si algo ha quedado claro es que no estaban todos los que son parte en ese tinglado de la antigua farsa montado en torno a la Roca.
Entre los entrevistados estaba el ministro, o como carajo se llame el principal capitoste de Gibraltar; se mostró suficiente -como ser superior que se siente-, dialécticamente pobre y con sonrisa bonachona, propia de quien pertenece a un colectivo que goza de una renta per cápita clasificada en tercer lugar entre las mejores de los países pertenecientes a este planeta llamado Tierra.
Y en consecuencia, ¿qué?
Muy sencillo, lo de Gibraltar -un paraíso fiscal de bulto y mal disimulado- , seguirá vigente mientras tengamos allí residenciados a muchos compatriotas y a grandes empresas españolas, que evaden de esta forma el pago de impuestos al Estado español; sobre todo porque se deja.
Yo le diría a Risto que no es preciso bajar al moro para saberlo. Basta con ir al edifico de la Bolsa. Allí los tiene tranquilos y con cara de no haber roto un plato.
Y mientras tanto, en el área de Gibraltar -zona española- el paro afecta al cuarenta por ciento de la población activa. ¡Y no pasa nada! La llaman zona deprimida, por no
decirlo más expresivamente en idioma carretil.
¿Qué hace el Gobierno de la Nación? Machacársela con dos piedras.
¡Será muy doloroso! Sí; sobre todo si te pillas un dedo.
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