Confieso con humildad y una punta de arrepentimiento, que estoy entre el gran porcentaje de españoles que, de buena fe, se cree todo lo que cuentan los políticos, los mal llamados apóstoles, los milagreros, los chamanes y los contertulios de la caja tonta... En fin, les doy la oportunidad de engañarme incluso a los vendedores de crecepelo.
Nos hablan y no acaban de Felipe VI como si se tratara de su antepasado del mismo nombre, el primer Borbón que reinó y gobernó en España y tan ingrato resulta para los secesionistas catalanes que, en su mayor parte, como demuestran los listines telefónicos, son más bien hijos de celtíberos puros o mestizos mimetizados, que trascienden catalanidad por todos sus poros sin ser catalanes: es, en fin, buena gente propensa a creerse lo que les cuentan los nuevos apóstoles de la marca cataláunica. No es la primera vez que esto pasa.
Por si sirve de aviso conviene recordar que Felipe VI reinará, pero no gobernará y, en consecuencia, poco podrá hacer para sacarnos a todos del atolladero donde nos hemos metido por nuestra credulidad.
Me imagino a S.M. leyendo el prontuario de cómo ganar amigos en su propia tierra, a la que entre unos y otros hemos dejado como un erial lleno de ortigas. Ganar amigos, es una difícil asignatura si la familia no ayuda y la mitad del país anda a pedir limosna.
Cuando pasen estas calendas y el Rey -como todos- esté a verlas venir, tendrá que atarse los machos para hacer duradero su reinado. No es moco de pavo.
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