Veamos primero la significación del verbo descuajaringar: equivale a desvencijar, desunir, desconcertar algo.
La tendencia de los seres humanos a supervivir, les induce a unirse con sus semejantes. Es algo instintivo. También obran de tal forma otras especies animales.
El hombre al intelectualizar ese instinto descubre la conveniencia de fortalecer esas uniones. Y empieza por dar una certera estabilidad, una unión reforzada, a la familia, al clan, a la tribu, a las gentes de su misma raza...a las regiones, a las naciones, a las uniones continentales.
Admitida esta costumbre, algunas familias del género humano descubren que su particular grupo - su específica tribu, su raza, su pueblo - por herencia, por educación, por hábitos, hasta por razones genéticas, es superior al resto de los seres humanos que las rodean, y reclaman el reconocimiento de unos derechos distintos y fuera de norma, en virtud de su singularidad. A sus cualidades, propias de seres excepcionales, hay que corresponder con derechos también excepcionales. Con privilegios. Y con esta fórmula consiguen seguidores, partidarios, adeptos y adictos.
Lo justo, en estos casos -para tales distinguidos seres- es que los pueblos peor dotados por la naturaleza, se pongan al servicio de los mejores.
Cuando esto no sucede los mejor dotados hacen ver la injusticia que supone; y claman ante los peor dotados que, engañados por una supuesta inferioridad, se callan acomplejados como si ésta fuera cierta.
Entonces se puede romper la tendencia natural y espontánea que induce a los seres humanos a vivir agrupados en unidades superiores en beneficio mutuo. Y surgen como por ensalmo los descuajaringadores, en beneficio de los menos, claro está; en beneficio de las minorías que se tienen por superiores.
Esta forma de proceder se ha detectado en toda clase de civilizaciones, culturas, religiones, etc., donde llegan a prosperar unos pocos en virtud de mil artimañas.
Es nuestro caso, en la España de nuestros días, también se detecta este fenómeno.
Ahora bien, sólo los interesados y los tontos muerden el engaño.
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