lunes, 12 de mayo de 2014

LOS MALOS NEGOCIOS PÚBLICOS.


    Empresa, en la primera acepción del diccionario de la RAE, equivale a una acción o tarea que entraña dificultad y cuya ejecución requiere decisión y esfuerzo. La  empresa, en otra de las acepciones se asocia a la obtención de lucro. Pero, sin duda, una empresa cultural, o científica, o deportiva, etc. puede existir sin que necesariamente su objetivo sea el lucro.
    Aclarado este extremo, se supone que una empresa pública surge para prestar un determinado servicio a la ciudadanía. No se crea para ganar dinero, pero tampoco para perderlo. En todo caso, deben graduarse los costos del servicio.
     Estas elementalidades hay que tenerlas en cuenta por la tendencia vigente en la vida moderna a confundir la velocidad con el tocino. Por eso,  una empresa pública no es por principio buena o mala.  Son la decisión, el esfuerzo y el acierto  o desacierto de los que la crean, dirigen y gestionan los buenos o malos.
     Hay empresas publicas que, mal gestionadas,  pueden llevar  la ruina a todo un país.
     Resulta que en España las líneas del ferrocarril llamado AV E son todas deficitarias.
     Es decir que el  viajero,  sujeto beneficiado con el viaje, al adquirir el billete solo paga una parte del el trayecto. El resto se lo pagamos a prorrateo los contribuyentes  españoles  aunque no hayamos subido al tren. Entran a satisfacer este pago lo mismo el pastor de ovejas de un remoto pueblo de Guadalajara, que el ama de casa de Chinchilla (Albacete) o el oficinista de una notaría  de Alcorcón (Madrid), por citar tres casos entre los millones de inocentes obligados a enjugar el déficit de estos ferrocarriles, último grito de la tecnología española.
     Luego vienen los recortes al que menos culpa tiene. Algo falla. Fallan los controles a efectuar antes, durante y después la existencia de empresas públicas. Si una empresa pública pierde, es que no funcionaron los controles. Por eso, cuando ciertas manifestaciones callejeras defienden por sistema lo publico,  algo va mal. Hay que preocuparse antes  de cómo marcha su gestión y cuáles son los resultados.
     Sobre la empresas públicas españolas toda duda es lógica.

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