martes, 13 de mayo de 2014

LOS EXCESOS DE LA POLÍTICA..


       En España tenemos un muestrario funesto de desgracias causadas por los excesos de la política. La Guerra del 36, fue la consecuencia ineludible de una serie de excesos  imputables a los políticos del momento. Malos políticos, por cierto, a los que nadie pide responsabilidades por sus errores y desaciertos. Se les juzga por el color de su partido, cuando en rigor debieran ser juzgados por su conducta personal en situaciones que fueron decisivas.
      La experiencia nos demuestra que para hacer justicia, han de pasar centurias. En España después de santificar a los ganadores,  llegó la hora de llevar a los altares a los perdedores. Dos injusticias. Muchos -los más- fueron víctimas  de ambas  corrientes políticas. Sufrieron primero. Se aguantaron después. Y nadie va a reparar el daño causado.
       Cuando se pierde una batalla, como cuando se pierde una guerra, son muchos, entre los verdaderamente responsables, los que escapan y se libran de juicios y castigos. El castigo lo imponen los triunfadores en un clima de impunidad, donde nadie les pide cuentas. Y quienes pagan, por lo general, son los que menos culpa tienen.
       Dos  injusticias. Se tarda mucho tiempo en reconocerlo. Cuando nadie está dispuesto a reparar los daños causados.

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