sábado, 24 de mayo de 2014

EL SILENCIO DE LOS POLÍTICOS.

      Hoy, sábado, 24 de mayo, víspera de elecciones, es un día de silencio y reflexión. Las jaurías que anduvieron sueltas estas dos últimas semanas, después de hacer sangre y recibir feroces dentelladas,   tienen todo el día para lamerse sus propias heridas; nadie sale bien librado cuando se alza la veda, se afilan los colmillos y se clavan donde más duele.
     Por eso los políticos tienen escaso prestigio. A fuerza de vapulearse, de sacudir estopa y de recibir más  que una estera, tienen mala fama y no se salva del suspenso ni el más circunspecto de la camada. Pero no aprenden.
    Dicho sea con todos los respetos un político es  el pimpampum de  feria porque cada uno  lo ha querido así. Claro está que el único ganancioso de este espectáculo tan pobre y bochornoso, es el dueño del chiringuito donde se ofrecen las pelotas para tirar al tonto que se presta a jugar el papel de víctima; víctima que de buena fe cree que sucede todo lo contario:  que nadie lo supera cuando ejerce de verdugo.
    Es inútil que alguien les aconseje: modérense señores políticos, porque si entre ustedes no se defienden, si no hablan bien el uno del otro aunque militen en bandos
contrarios, terminarán arrastrándose para evitar la abstención que les acecha. Y eso no es bueno para nadie, y menos para los profesionales de la poltronería.
    Es por su bien, créanme. Solo los necios  se babean mutuamente.

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