domingo, 4 de mayo de 2014

LA IMPORTANCIA DEL FÚTBOL

     Fui un forofo futbolero con siete u ocho años,  a finales de la dictadura del general Primo de Rivera -más o menos- cuando a una selección española en viaje por el Reino Unido la  golearon por siete a uno. Menos mal -le oí decir a mi padre- que a la Irlanda libre le metimos un seis a cero. Así me enteré de que la Gran Bretaña  había tenido que morder el polvo y consentir la independencia de un territorio  que estuvo durante siglos sometido al dominio de la  Corona inglesa.
     O sea que relacioné el fútbol  y la política  a muy temprana edad, gracias a las explicaciones que tuvo a bien brindarme mi padre,  en  años en que el nacionalismo vasco reflotaba con todo su vigor en defensa de un Estatuto autonómico. Nacionalismo muy ligado -como ustedes comprenderán- a las victorias del Atletik (con K, según costumbre entre españoles que quieren disimular su origen, aquí en  Vasconia).
     Ahora que me considero un fracasado de la política con mis noventa y un años de ir  y venir por el planeta Tierra, me pregunto: ¿De verdad, tienen  algo que ver los triunfos deportivos con la grandeza de un pueblo?
     Por mi parte pienso  que no, a sabiendas de que mi fracaso como político tiene mucho  que ver con estas heterodoxas creencias.
     Yo prohibiría el uso de los  símbolos nacionales, (banderas,  himnos,  etc.), en todo espectáculo deportivo y naturalmente no dejaría asociar la marca España a los goles que pueda meter un malabarista del balón. Me da mucha vergüenza que vaya tanto dinero a mantener un espectáculo,- por muy deportivo que parezca- mientras nuestros afanes investigadores (pura ciencia) andan descapitalizados mendigando ayudas como si fueran frailes limosneros de la edad media.
    ¡Así nos va!
    

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