Al género humano siempre lo encantan y seducen con el ofrecimiento de algo que no tiene y todos lo desean: un techo confortable, una alimentación segura, abundante y variada, buena salud y para ello poder contar con un moderno sistema sanitario, trabajo bien remunerado, tiempo libre para poder viajar y conocer pueblos y culturas y -si a mano viene- tolerancia legal para el disfrute de toda suerte de placeres, sin olvidar la molicie hedonista, a ser posible con un poco de droga que ayude a cada uno a diluirse en el éter. Salud, dinero y amor en todas sus variantes.
Pero hay una ley no escrita, tan segura como la muerte, en virtud de la cual para que un grupo reducido de personas vivan muy bien, han de pasarlo muy mal millones de sus semejantes. Esto lo saben los políticos, cuya misión es la de redimir de su postración y de sus limitaciones a estas personas que lo pasan tan mal, a las cuales ofrecen el Estado del bienestar.
Pienso que hacen esta promesa con buena fe, pero la ley infalible de tener hundida a gran parte de la humanidad para que unos pocos gocen de la vida, siempre se abre paso: lo mismo en las sociedades bajo el dominio capitalista con un socialismo de pacotilla agregado, que en las socialistas con un capitalismo en manos del Estado.
Ahora nos dicen que no perdamos la esperanza. ¡Se espera un cambio! ¿Ustedes qué piensan?
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