lunes, 27 de abril de 2020

SIN MIEDO A LA VERDAD (71) )

     Lo poco que tengo aprendido para defenderme en este mundo de la informática lo he conseguido a base de coscorrones y de reconocer que, si no fuera por mis nietos, estaría en la higuera. Mis limitaciones indican que la mayoría de mis coetáneos -y un servidor entre ellos- están viviendo en un mundo distinto al forjado por y para las nuevas generaciones que vienen abriendo brecha.
      No puedo resistir la tentación y me pongo a establecer comparaciones con tiempos pasados. En el siglo XIX, hacia 1840,  el índice de analfabetismo entre españoles, -se descubrió gracias a una de las primeras estadísticas-  rozaba el 61%  . Las provincias más adelantadas rondaban el 40%.
       En la España de esa época se peleaban dos políticas enfrentadas a muerte: la tradicional, con apoyo religioso de signo católico, y la progresista mayormente anticlerical que favoreció el empuje de la masonería.
       Ustedes me dirán que criterio cultural funcionaba: ¿El del pueblo raso analfabeto o el de la minoría culta dividida entre católicos y ateos, ambos en lucha a cara de perro?
       La respuesta que daba España para alzarse -cualquiera que fuera el ideario- a niveles más cultos, no podía ser más lamentable: una colección de guerras civiles.
       Salvando distancias, sus políticos en nuestra querida patria (que se hunde entre listillos de ocasión con aspiraciones mundiales)  han descubierto que la cultura del siglo XXI para España, viene de la China: el mal primero, el remedio después. Ganan siempre los de fuera... hasta los turistas.
       Y las escuelas -con perdón- orientadas por los políticos que nos han tocado históricamente,  entregadas a su suerte
        ¡Ustedes me dirán!

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