martes, 14 de abril de 2020

SIN MIEDO A LA VERDAD (58)

     Si uno se detiene a examinar el comportamiento de los seres humanos ante situaciones insólitas, termina por sentirse perplejo sin saber que camino tomar. Y sin embargo todo tiene explicación a nada que uno -cada cual- disponga de medios que favorezcan el cambio.
     No es lo mismo emigrar a los veinte años sin fondos de reserva que a los cincuenta con medios  económicos con las que pagarse una buena vida.
    ¿Que le pasa a una gran mayoría de españoles que andan a la deriva sin un proyecto de futuro que merezca una conducta vocacional?
     Les pasa, a uno por uno, que no se sienten estimulados a salir de la manada debido al hábito llamado pereza o ley del mínimo esfuerzo.
      Cuando es una minoría la que rompe los hábitos perezosos, se sale de la fila y sin trampa sube escalones que le dan mayor poder, no suele ser apreciada entre sus paisanos como es debido y entonces -es lógico- los aludidos reaccionan silenciosamente, buscan su bienestar y se despegan de un clima negativo que a nada conduce en su tierra de origen
      Si en los días que corren se para, usted lector, a examinar lo que nos rodea como españoles y es medianamente perspicaz, verá cómo -oh sorpresa- ellas y ellos que asumieron la tarea de combatir en primera línea una enfermedad poco conocida  dando horas de sacrificio y entrega -algunos hasta morir-, se desdibujan; y lo hacen para dar paso a políticos mediocres (salvo contadas elecciones)  que no son capaces de ver las horas que esperan al español bajo de medios económicos y confían en la ayuda de otros pueblos mejor organizados que el nuestro.
     ¡No sea pesimista! ¡No nos amargue! ¡Si hay que ir al infierno, se va! Pero no nos machaque el buen tiempo del veranos que ya se acerca!
     Amigo lector: ¡Yo no he sido!

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