jueves, 16 de abril de 2020

SIN MIEDO A LA VERDAD (60)

     Si a cualquier persona bien informada les dijeran  "ten cuidado  y no te dejes influir por las grandes promesas de los políticos circunstanciales", no le iban a sorprender. En todo caso, al dirigirse a su sentir interno, exclamaría: "verdes las han segado".
     El ser humano, cualquiera que sea el sexo o condición, tiene por costumbre para resistir a los ramalazos de la vida y ganarse el cielo a pulso, primero alimentarse y luego reproducirse, todo ello sin excederse.
     Si se moderaran ambas "necesidades" -lo que nunca sucedió- esto sería el paraíso con minúscula. En el lugar que hoy ocupan más o menos miles de millones de bípedos pensantes, estarían viviendo muy pocos seres humanos de la misma raza y fundación y no sería preciso recurrir a la pléyade de políticos, que  se matan entre sí, para hacernos felices.
     Llegar a estas conclusiones cuando en el Globo terrestre se cuentan a millones los que pasan hambre y se desconoce el número de invertidos -a los que respeto- no es motivo de felicidad compañera de todo optimismo.
     ¿Entonces que hacemos con los políticos si como parece sobran?
      Yo nunca diré tal cosa. El remedio esta en su doctrina. Ellos son buenos. El error es que predican una cosa y luego mal cumplen lo prometido. ¡¡Ya se sabe!! Lo cual no excluye las excepciones.
      Hable con ellos en la intimidad de sus propósitos. Es buena gente. Digo.
   

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