lunes, 20 de abril de 2020

SIN MIEDO A LA VERDAD (64)

     Los episodios que atraen la atención de los medios informativos en el País Vasco peninsular -y por lógica de una gran parte de electores- y la política que fortalece al nacionalismo sabiniano y a sus ideas adaptadas a los tiempos modernos, han debilitando el poderío nacional de España, en perjuicio de las filas vasco-españolistas, hoy muy divididas y desanimadas por razones que no voy a descubrir porque todos las conocen y no agradan a los que juegan en limpio.
     Esta debilidad del centro-derecha vasco -si es que todavía existe- no favorece a los partidos españolistas que han perdido fuelle, votos y prestigio.                                                                                   El caso es que el secesionismo vasco nunca, como ahora, tuvo en su favor una mayoría con la que razonar y sostener su derecho a que Euskadi se constituya como nación independiente. Ni nunca  como ahora  estuvieron tan dispuestos los  empoderados de España para aumentar la lista de competencias  de esa nación vasca, de tal manera que sin ruidos se consolide de hecho una independencia soberana  en paz y sin tirar un tiro.
    Naturalmente esto que deduzco puede parecer a muchos una corazonada, cuando la realidad demuestra que la nacionalidad secesionista vasca, estuvo a punto de dar un gran paso después de las elecciones del abril que corre. No se han celebrado y urge esperar.
     Veamos: es un suceso cargado de incógnitas el que nos distrae  y no conviene a los más interesados que se desplace el interés soberanista vasco, por una endemia que ocupa el primer plano político.
     El suceso lleva también al olvido a los deudores patrióticos: Olvido inexplicable y desidioso puesto que nunca el centralismo español ha estado tan distraído como en esta ocasión  impuesta desde arriba.
     Claro que la  verdad no siempre cuaja, pero nadie me negará que el tema está presente aunque distraído y sin salir de España.
      Ahora es cuando menos puede prosperar la idea opuesta al secesionismo vasco. El éxito, sin embargo, está  en dar con un equilibrio razonado. Esto exige, para empezar, un liderazgo cuya plaza está vacante. Y un equipo presidido por una generosidad solidaria y dispuesta a razonar.
      No siento que algo así se sienta por alguien que valga.

   
   

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