A mi entender cuando una enfermedad contagiosa invade a un pueblo -en el más amplio sentido término- no hay donde elegir: o separas a los enfermos de la mayoría sana, o se fomenta el descalabro.
Es una solución parcial, menos mala, más asequible... más barata.
El caso es que la separación lleva implícita en todo caso, un cese de la actividad constructiva y necesaria para sobrevivir, pasiva para unos, y al contrario, la aceleración del paso laboral activo para los otros.
Después de todo los gobernantes de nuestra España, puestos a separar han sido radicales: los enfermos, para que no contagien, a los hospitales; y a los sanos, para que no se les pueda contagiar, a sus casas.
¿Y qué? La vida se paraliza y el hambre o las ganas de comer y otras rutinas, no pueden parar si no queremos morir.
Cambiar de costumbres exige un aprendizaje; y esto pide espacio libre y dinero al paso, desde que Adán y Eva perdieron el paraíso.
Seguir adelante con esta política nos lleva a cielo.
!Qué buenos son los padres y madres populistas y socialdemócratas de España! ¡Ya verán que pronto nos sacan de excursión!
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No quiere decir que la tal separación resuelva el problema... -significa
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