- ¿Tú eres de derechas? -me pregunta un joven de confianza que se siente defraudado.
- ¡Hombre! Lo soy a veces y con remordimientos de conciencia. ¿Por qué me lo preguntas.
- ¡Por nada importante! Tal vez porque veo a muchos derechosos que van a votar sí al nacionalismo vasco.
Me encierro en mi silencio y el interlocutor adivina que el tema me disgusta y se calla. En mi mente la obsesión me domina. Pero de inmediato cambio de tema para hablar de esa gripe llegada de China que la están sobando los medios de difusión: propaganda que distrae la atención de las masas y hace pensar: ¿Que proyectan desde el alto mando? ¿Por qué nos quieren distraer?
Algo están cociendo, y no sabemos qué, las huestes de Pedro y Pablo. Y mi confianza de viejo -o sea muy mermada- me lleva a pensar que el nacionalismo catalán está de enhorabuena y la democracia culera a la española, que dice ser de izquierdas, se auto felicita como el Conde Duque de Olivares cuando se independizó Portugal. Un chollo. Les debíamos una buena suma de dinero a los portugueses que, al separarse. dejamos de pagar...
¡Jo que tropa!
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