miércoles, 11 de marzo de 2020

SIN MIEDO A LA VERDAD (25)

     Ha tenido que suceder -quiérase o no- un hecho inesperado: la plaga que llaman "coronavirus".  Fenómeno llegado de China al calor de una difusión en tromba: la "globalización".
     Si usted lector es sincero y se asomó para analizar  este suceso, tiene que haber comprobado cómo, la tal peste,  ha pillado con el culo al aire a una inmensa mayoría de políticos. Al fin han sido -aquí en España- los expertos en soluciones bravas, casi todos médicos y médicas, los que agarraron al toro por los cuernos para que algunos responsables de verdad siguieran pregonando sus doctrinas llenas de bondad pero cargadas de mentiras.
     Y claro, con el culo al aire libre, ni con el bla-bla-bla, se arreglan las desgracias como sucede con las inundaciones del levante, visitadas a bote pronto por los líderes de la movida para luego dilatar el remedio con pretextos varios.
     La clase médica y auxiliares locales ha respondido y han demostrado cómo la velocidad -según un vulgar adagio- no se puede confundir con el tocino. Pero no es eso todo.
     El problema está sin resolver.  El primer paso era y es urgente, y tiene un precio. Es natural. Las desgracias, de una forma u otra, hay que pagarlas y no bastan las ayudas de la Europa unida.
     Los políticos íntegros -que los hay- saben de sobra que las víctimas al uso -las clases medias- están en crisis y no  les puede pedir mucho más.Los pudientes se largan (si no se han largado ya) a otros lares con el santo y la limosna.
     ¿Y que nos queda? No quiero ser pesimista. Ni quiero estar bien informado. El destino lo dirá.






















































































































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