miércoles, 1 de marzo de 2017

TONTOS, PODER Y DINERO

      El "cambio" que redimiría a España y a los españoles de las miserias que nos abruman, nunca lo alcanzaremos por los cauces de la política: es  más bien cosa  de escuela. Es algo difícil de explicar. No se olvide que cuando ignoramos algo es por no estar iniciados en la materia que se ignora. Por ejemplo, malamente entenderemos la suma en toda su amplitud, si no conocemos los números. Eso le sucede a una inmensa mayoría de políticos; no  pasan de memorizar el dos y dos son cuatro.
      Claro está que los números tienen trastienda y la suma es lo más elemental de esa asignatura. Por eso, los políticos  -salvo  excepciones- cuando no han pasado del dos y dos, suelen ser muy tercos; es muy difícil sacarlos de su rutina. La estupidez "no es no", les parece un discurso genial y, pese a todo, los aludidos tienen seguidores entre gente ilustrada. ¿Por qué?
       Llego a creer -no me hagan mucho caso- que el camino de la política es duro, pedregoso y de firme irregular y nada mejor que un asno  que ayude al bípedo "listo" a trepar y ganarse las alturas sin grandes contratiempos. Una vez arriba es fácil desprenderse del cuadrúpedo, siempre que no lo impida alguna cláusula eximente. Por ahí empiezan las corrupciones.
       Cuando digo "tontos", -lenguaje coloquial cariñoso- no se confundan: quiero decir "inocentes" y me refiero a los electores de buena fe. En general, somos  unos pichones.
       La política es la madre del poder  y el poder el padrastro del dinero. Es esa la primera corrupción para la que hemos de estar preparados. Pero la gente, por  lo común, tiene buenos sentimientos y se encariña -uno no sabe el porqué- con los  personajes más extraños de la película.
       Nos queda la esperanza de que también a coscorrones se ablandan las molleras del personal.
       La letra con sangre entra
       ¡Uno también ha sangrado lo suyo!      





     

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