sábado, 4 de marzo de 2017
ADIVINE POR DONDE IRÁ ESPAÑA
Nuestro País también protagoniza el cambio. Las ambiciones económicas presionan de tal forma, que, sin ser sean causa de grandes revoluciones, obligan a las masas a cambiar de opinión para
luchar o sacar partido ante la oleada inevitable que nos viene encima.
Un ejemplo: en España las tarifas eléctricas además de enigmáticas, bordean los límites del lujo. Y para más hendir las economías domésticas, nos informan: las compañías suministradoras de esa energía cierran los ejercicios mercantiles con beneficios multimillonarios.
Esto no impide que vivan conectados a sus clavijas energéticas, millones españoles que no pueden abonar la factura del oligopolio mes a mes.No tienen otra solución que la de tomar ajo y agua.
El fantástico gremio generador de energía, se maneja, o lo manejan, y prospera a todo gas, gracias a que el sufrido contribuyente está atendido por una red legal que -según acusan las malas lenguas- nos impone la obligación de pagar el kilovatio al precio más caro, si se compara con el usual entre nuestros vecinos.
Se llega al extremo de cobrar un "peaje" a los que instalaron placas solares para auto abastecerse de energía eléctrica; peaje que perciben las aludidas compañías, como un complemento que suman al importe del consumo puro y duro. Algo parecido a pagar, además del par de zapatos al vendedor, un "peaje" que te da derecho a usar las calles que puedas pisar.
Claro está que todo eso se conoce, con pormenores, por los partidos políticos que luchan por alcanzar el poder. No tiene mérito alguno anticipar que, a medida que se acerquen las elecciones, ese tema servirá a los medios informativos y generadores de opinión, para mantener su clientela e incluso aumentarla; ni hace falta discurrir gran cosa para prever a qué partido le van a cargar el muerto.
No creo que esta legislatura dure los cuatro años previstos por la ley; ni que se pueda impedir un adelanto de las elecciones generales. Son tantos los puntos débiles de los hoy gobernantes, que les será difícil encontrar talentos que quieran arriesgarse a navegar en una mar tan revuelta. Y más difícil aún, contar con electores que les ayuden.
Este proceder financiero de las eléctricas es una muestra del desequilibrio que empuja a nuestras colectividades. La consecuencia es que hay más ricos que no se sacian, una clase media que se empobrece, un amplio sector de gentes que lo pasan muy mal y unas multitudes arrastradas por las migraciones masivas que, a medida que aumentan, son peor recibidas.
Constato hechos. Si ustedes ven otra cosa, me lo cuentan.
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