jueves, 16 de marzo de 2017

DOS COMUNIDADES EN MARCHA

     Escribir con claridad es un noble intento  de comunicación con los demás sin dar lugar a errores. Si uno sostiene que el PP y el PSOE pierden votos a chorros en el País Vasco peninsular, está dando a entender que ambos partidos ceden poder en este territorio en favor de sus adversarios. Y si pierden es por algo que hacen mal o dejan de hacerlo; o las dos cosas.
      Partamos  de un  hecho con el que comulgan a diario los "abertxales": Euskadi es la nación de los vascos y su idioma es el euskera. Desde el momento en que se afirmó este principio,  la independencia de Euskadi se basó en la imposición del euskera como idioma oficial y obligatorio, a sabiendas de que la tarea ocuparía un  tiempo y costaría un dinero. Todos los nacionalistas viven esperanzados: el euskera además de ser el idioma oficial prioritario, será el más  hablado en todo Euskadi.
      Esta decisión, oficializada en parte, tiene ya repercusiones.  El dominio del euskera puntúa favorablemente en ciertos sectores laborales. Es una herramienta que puede proporcionar bienestar cuando todavía no se ha implantado la independencia de la nación llamada Euskadi.
      Todo este complejo proyecto exige el control de los centros escolares. Así sucede, sin que los partidos constitucionalistas citados hayan intentado una política escolar menos polarizada.
Así vamos camino de forjar dos comunidades separadas por el idioma.
      Este hecho nos lleva a pensar que, por la ruta actual, el poderío del secesionismo irá en aumento y los partidos de ámbito estatal,  perdiendo votos,  se plegarán a la influencia electoral nacionalista; o irán, también es posible, por el camino de la rebeldía esta vez "maketa", cada uno por su lado. No es el primer caso. Por consiguiente, correremos el riesgo de que,  al paso del tiempo, el paisanaje vasco se divida en dos comunidades: la de habla euskérica y la de parla  castellana.
      Si pese a estas circunstancias favorables para el euskera, no triunfara este idioma vernáculo, será porque el castellano tiene vitalidad propia y pervive en las condiciones más inhóspitas, lo cual no sería bueno para los  secesionistas vascos. Pero este fenómeno, agudizaría la radicalidad de las comunidades dichas.
      A mi entender, nadie puede perder el tiempo en bagatelas. Los constitucionalistas, han de estar atentos a lo que se cuece en Madrid, pero con los ojos puestos en los guisos de su tierra. Para empezar, lo que faltan son escuelas donde se haga realidad el derecho de los padres, aprobado por  las Naciones Unidas, para elegir el centro docente donde educar a sus hijos.
       ¡No es tan difícil!






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