miércoles, 15 de marzo de 2017

FISCALIZACIÓN DE LOS INGRESOS PÚBLICOS

    Como se puede comprender, la mayoría de la paciente tropa contribuyente que declara y paga impuestos suele ser fiel y cumplidora, sobre todo cuando sus ingresos figuran en nómina. En  casos así escaquearse no es fácil.
    Una excepción: el Impuesto sobre el Valor Añadido. De este tipo de fraude fiscal se han beneficiado millones de españoles que ayudan  a que aumente la deuda de su Patria, a la que tanto ovacionamos cuando su selección gana un  partido de fútbol.
    ¿Quién se salva por no haber defraudado el IVA? ¡Bueno, para qué engañarnos! Casi nadie con vida activa. Y ¿a cuánto asciende el total de la broma? Está por ser calculado con exactitud. En consecuencia, la fiscalidad de los ingresos está fuera de control.
    En el código genético de una gran mayoría de españoles de ambos sexos,  incluidos catalanes y vascos, está impresa esta idea: engañar al fisco de cualquier estamento oficial es reconfortante y levanta la moral de un muerto.
    La fiscalización de los ingresos a los que me refiero, conduce a conocer con precisión cuánto produce un determinado tributo y cuánto se deja de ingresar; y quiénes son los que rehuyen el pago, o pagan menos de lo previsto y las causas que originan este fallo.
    Con todas  las medidas que dicen existir para garantizar al votante el juego limpio, la verdad es que los dineros  recaudados, en nombre del Estado,  y de ahí para abajo por sucesivos  organismos oficiales, no se controlan por lo fino; y si trataran de hacerlo descubrirían  que las mordidas se dan de tapadillo por las facilidades que existen para sobrepasar con éxito cualquier control.
     Cuando se habla de reformas fiscales, hay que detenerse a examinar la idiosincrasia de cada pueblo, para evitar estos fiascos que desnivelan  los presupuestos.
      Consciente  o inconscientemente  ya se hace con los ingresos de poca enjundia,  al recaudar el impuesto sobre la renta de los que cobran por nómina: pagan el impuesto por adelantado con retenciones mensuales. Sería un abuso oficial servirse en el ínterin de unos dineros que no son del Estado hasta su vencimiento.  Ciertamente ese dinero sobrante,  se devuelve una vez al año sin rentabilidad para su legítimo dueño. ¡Todos tan contentos!
       Todo se arreglaría estimulando a los recaudadores. Pero  no va ser un servidor el que se cargue con obligaciones ajenas.
       Solo quería demostrar que los cauces recaudatorios tienen  vías de escape mal controladas, en perjuicio de los contribuyentes débiles.
       Muchos políticos se hartan  ofreciéndonos igualdad. Pero ¿cómo, cuándo, dónde?

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