viernes, 10 de marzo de 2017

VIEJOS Y NUEVOS FUEROS

     Tras la lectura de algunos textos de Sabino de Arana y Goiri, fundador del PNV se advierte cómo su doctrina se basa en la singularidad política de los fueros, por él llamados originarios; fueros,  por los que se regían los buenos usos y costumbres del pueblo vasco: la "ley vieja" (legi zarra en la lengua vernácula).
     Fuera o no vasco el fuerismo original,  lo cierto es que se prodigó durante los comienzos de la  Reconquista en una amplia zona rural cristianizada de la  Castilla en formación y también en las tierras y lugares sobre  las que ésta  ejerció su influencia. En estas tierras aforadas, según parece, el feudalismo, de aparición posterior,  no pudo desarrollarse con el vigor ejercido en otras latitudes tanto españolas como europeas. El fuero favorecía al pueblo; en principio, era ese pueblo,  a través de la familia con foguera abierta, el que elegía al Señor (autoridad máxima cercana)  como jerarca protector de sus fueros y libertades.  En otras tierras, esos mandamases se imponían por la fuerza.             Como puede advertirse es un tema interesante y de largo recorrido hoy ignorado por una inmensa mayoría de votantes, algo nada extraño por la complejidad del tema y la poca afición que hay por la lectura.        
     Quedamos en que los fueros sirvieron  de base para que el nacionalismo vasco pidiera (y pida) la recuperación de una soberanía perdida por su pueblo. Es decir, su independencia. Los que crean otra cosa, están engañados o se engañan. Para los nacionalistas,  Euskadi es un nación. Nunca lo fue, porque entre otras razones Euskadi no existía. Por eso, fueristas o foralistas no se metieron a formular ese discurso. El aforado buscaba la protección de las jerarquías, unas  veces religiosas, otras civiles o militares,  que defendieran sus "buenos usos y costumbres" entre los que incluían ciertos derechos y algunos privilegios. Eso hicieron los liberales del siglo XIX.
     Los habitantes aforados de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya -por esta vía de encontrar al mejor jerarca que los protegiera- coincidieron en que el  Señor más capaz, el que mejores garantías daba, era el Rey de Castilla y con él pactaron su "voluntaria entrega" a esta Corona bajo  juramento de que serían respetados sus fueros; y si no, aplicaban el "pase foral". Nunca negoció el pueblo vasco; lo hicieron por separado, alaveses, guipuzcoanos y vizcaínos.
     ¡Cuánto me gustaría asistir como oyente a un debate sobre el realismo foral de los vascos!
      Porque lo curioso del caso es que,   para defender el fuero,  los nacionalistas se vienen sirviendo de toda la doctrina liberal puesta en escena por la Ilustración desde el siglo XVIII; doctrina que se cargó todos los fueros y a los que los implantaron, que fueron más o menos la Iglesia y la Corona.  
      Pudieron haber pensado en racionalizar esos fueros, en modernizarlos, en encuadrarlos dentro de la arquitectura que mandaba el  progreso, el equilibrio entre poderes... pero no lo hicieron; ni siquiera los nacionalistas.
      Puedo estar equivocado, pero entre nosotros está muy extendido el criterio de que el pasado no merece nuestra atención. No distinguen entre lo viejo y lo antiguo en buenas condiciones de uso.
      Las alubias hechas en olla a presión, darán menos trabajo, pero no se igualan en calidad a las guisadas a fuego lento en las hogueras de nuestros antepasados.
      La vida es así.



No hay comentarios:

Publicar un comentario