martes, 21 de marzo de 2017

LOS PRINCIPIOS NACIONALISTAS VASCOS

   
     (Continuación de los dos comentarios anteriores)

     No hay duda de que en  el joyero de todo movimiento nacionalista, hay piezas que se distinguen no tanto por su valor real, como por  su aportación sentimental. Y el político nato suele, por puro instinto, jugar con el sentimiento de las masas.
     Hay un momento en el que Sabino de Arana se expresa así: "... es indudable que dos lazos confederativos son necesarios para que la unión nacional sea sólida y duradera: la raza y la religión. La primera es la materia nacional; la segunda el espíritu que  la informa". Y tiene razón.
     Pero sin olvidar que, en el fondo de toda política y fuera del joyero, en la confusa y difusa calle, el móvil de casi toda la actividad humana es de signo materialista: es el dinero; la mísera peseta de antes,  el costoso euro de nuestro días.
     Lo primera derrota de la II República, en la guerra del 36, devino de la pérdida del control del oro que se custodiaba  en el Banco de España . No es para alarmarse. España está llena de grandes figuras que fueron, y hoy no lo son al cesar de su condición de ricos.
     Tras todo nacionalismo -diría de toda política- está el dinero. Hoy ni los nacionalistas vascos, ni los constitucionalistas de cualquier género, ni los populistas más lanzados, ni siquiera la Santa Madre Iglesia se atreverían, en el País Vasco, a incluir en sus programas la supresión del llamado Concierto Económico,  si pelean por el voto o cosa parecida.
      El propio Sabino de Arana, que sufrió cárcel por defender sus ideales, se plegó a la realidad económica de sus tiempos. La libertad derivada de la "ley vieja", la,libertad foral, no tenía equivalencia con las libertades individuales preconizadas por la Ilustración. Aceptar la liturgia de los liberales -como el voto universal,  el centralismo igualador, el equilibrio de los tres poderes-  era un contrafuero. Pues bien, Sabino de Arana y  sus seguidores, jugaron con naipes y normas que no eran los propios, por pura conveniencia económica; para cumplir con el dicho de"seamos prácticos". Y participar en unas elecciones liberales, con  normas liberales, era tanto como admitir un contrafuero; pero era rentable.
      Estaremos  de acuerdo en algo: la política sin dinero tiene poco porvenir. Y ciertamente, los nacionalistas vascos, han sabido ganar esta batalla en su tierra mixtificando sus principios.
      En esas circunstancias, la religión y la raza pueden pasar -como ya han pasado- a ser elementos secundarios. ¿O no?
     
      (continuará)

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