Justo es que los Ayuntamientos, regidores de los municipios afectados por estas contaminaciones,
tomen las medidas oportunas para evitarlas; está en juego la salud de los moradores censados en esos municipios y, en menor medida, de los viajeros que pasan unos días en la ciudad.
Lo que viene sucediendo con normalidad es que los concejales, gestores de la buena marcha ciudadana, se consideran portadores de todas las virtudes cívicas y se tienen, por sistema, como ciudadanos ejemplares a todos los efectos.
Eso sí: mientras los pequeños automóviles privados sufren restricciones, los autobuses contaminantes oficiales funcionan a todo gas con la naturalidad de una mariposa volandera y primaveral.
Dicho sea de paso: sería interesante a la par que educativo saber cuantas personas tienen su puesto de trabajo en estos Ayuntamientos. Una vez sabido el número, convendría deducir con pruebas cuántos ingresaron por oposición y cuántos a dedo por obra y gracia de los políticos y otros amiguetes.
¿Para qué molestarse en aplicar la lógica si el tinglado municipal funciona para que muchos paniaguados vivan de la multiplicación de los panes y los peces, conseguida al toque de caireles, como si en ello nos fuera la dignificación de la patria España?
¡Tiene bemoles!
No hay comentarios:
Publicar un comentario