sábado, 10 de diciembre de 2016

TRABAJO Y PENSIONES

     Es decir -para que se entienda por todos-:  las pensiones -tal, y como sucede en España- sólo pueden existir si hay trabajo y una parte de la remuneración de cada persona en activo se reserva para atender,  en cantidades calculadas, el  pago del retiro a los jubilados.
     Si el trabajo escaseara o estuviese mal remunerado, la parte retenida no llegaría para atender unos retiros dignos. Es lo ve quienquiera, si sabe hacer cuentas.
     En España la oferta de trabajo bien remunerado está contada y, para agravar el problema, en un sector de oferta laboral globalizado, la competencia que se maneja desde países tercermundistas, donde se pagan salarios mínimos, ha servido para cerrar muchas empresas del primer mundo,
por no ser rentables.
     Los gobernantes piensan que esto tiene arreglo fomentando la inversión, pero los dueños del dinero creen, al contrario, que nunca  serán los salarios dignos si las empresas no innovan y aumentan el valor añadido de los bienes o servicios que han de ofrecer en los mercados.
     Por tanto lo previsible es que un número  contado de empresas cumplan estas premisas y paguen bien  y, entre tanto,   una mayoría lo pasará mal para subsistir precariamente sobre la base de pagar salarios mínimos.
     ¿Puede cambiar este panorama? No es fácil. La experiencia enseña que en períodos de crisis pocos son los llamados y menos los elegidos. Y para ganarse un salario digno, en la dura  pelea diaria -si se excluyen los negocios especulativos-  hay que estar entre los mejores y es necesario que lo sepan apreciar los demandantes de mano de obra.
      Pero esto ha sucedido siempre en regímenes donde hay libertad, porque en los otros, donde no la hay, prospera la igualdad que consiste en ser todos más pobres,  es decir  más iguales pero bordeando la miseria.
     No es un consuelo; pero el molinero de mi pueblo le preguntó a un totalitario marxista, cuando
funcionaba la URSS a toda pastilla: - "¿En Rusia hay vacas?". - ¡Hombre, claro!". -"¿Tienen solomillo?!". -"¡Claro!". -  "¿Quién se lo come...?".
     Al final, lo que buscamos es el pan de cada día (sin solomillo), y siempre hay que sudarlo. No es que me resigne, pero si la salida realista exige trabajo e ingenio, muchos tendrán que volver a la escuela. Y de esto no hablan los políticos. No da votos.





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