jueves, 29 de diciembre de 2016

POLÍTICOS Y VIVIDORES

    Si se dibujara la hoja de la ruta seguida por los distintos partidos políticos españoles en los últimos cinco años, se adivinaría fácilmente el grado de madurez al que han llegado después de muy diversas vacilaciones. Grado de madurez, se entiende, que avale el cumplimiento de sus promesas.
     No puedo extenderme y por ello me limitaré a poner el acento en PODEMOS, por haber sido considerada la gran promesa que dignificaría el futuro de España. La vía abierta -libertad, igualdad, fraternidad, ¡ya era hora!- nos la ponían al alcance de la mano sin otro sacrificio que el de votar a la generación de jóvenes figuras, profesores universitarios, pastoreados por don Jorge que suele adoctrinarnos por la sexta predicadera de vez en cuando.
      El caso es que no se había visto, en el jardín entreverado  de la política, nada igual,  ni con tan elevado punto de mira con tan angelicales propósitos; empezaron  por llevar un mamoncete a las Cortes, en un día solemne, y terminaron -salvo nuevas ocasiones- con un casto beso asexual dado en la boca a un correligionario en parecido escenario, por parte del pontífice podemista. ¡Ejemplo para la plebe hispana,  pero plurinacional! Algo así como mear con la capa puesta.
     Pero inesperadamente han empezado a mingitar  fuera del tiesto y a descubrir que el hombre (incluidos ambos sexos) es hombre  y también se rasca como los cuadrúpedos.
     Conclusión: los podemitas, con su política,  buscan lo mismo de siempre: el poder. Y el poder bien entendido, empieza por beneficiar al que lo ostenta. Esto explica la crisis de PODEMOS. Están seleccionando el macho (o la dama) alfa.
     ¡Como todos! Y caerán en los mismos pecados.





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