martes, 13 de diciembre de 2016

DESOLACIÓN Y DESENGAÑO

     Leo dos noticias, referidas a la España agro ganadera, que producen desolación y desengaño. Y se llega a este estado, después de considerar que los españoles somos "muy listos" pero también capaces de perder salud y fortuna por pura desidia y por nuestro limitado alcance para cuidar lo propio;  lo que nos fue otorgado por el destino; lo heredado por azar de la madre naturaleza.
     En la provincia de Zamora, rica en setas comestibles, se han descolgado mesnadas de recolectores emigrantes, contratadas a bajo precio por sagaces empresarios  españoles, para obtener rentables beneficios  comerciálizándolas en restaurantes de lujo nacionales y extranjeros. Los perjudicados son los naturales de las zonas productivas que se han quedado indefensos ante el saqueo. Además,  han sido arrasadas las zonas productoras con peligro para futuras cosechas.
     Hay más tema: en el suroeste español, donde la pericia de unos pocos mantuvo incólume la raza porcina ibérica y donde los naturales de la zona se acreditaron como expertos en la cura de jamones, -cura precedida de un régimen alimenticio a base de bellota- ,  están sufriendo el cruce de hembras porcinas de estirpe ibérica,  con cerdos de otras raza con los que dar el pego. Se está falseando el producto en detrimento de quienes han luchado años por prestigiar  y revalorizar la denominación de origen.
     Sólo falta que les haga partícipes de mis sospechas sobre otro mal crónico que afecta a la pobre España: los incendios forestales. No creo en el azar, y esta falta de fe coincide con el diagnóstico de los expertos: son incendios intencionados, provocados por la mano del hombre por pura codicia. Se sospecha que sean incendios planificados en busca de objetivos económicos: tal vez para promover rentables urbanizaciones turísticas o para facilitar contratos a las empresas apaga fuegos, tal vez... (piensen ustedes lo peor).
      Conclusión: España, por más que otra cosa se venda y salvo excepciones, tiene abandonadas las zonas rurales y gracias ello saturadas las grandes ciudades de basuras de todo tipo. Casi siempre sabemos elegir lo más nocivo y, a la vez, lo más caro.
      ¡Y lo políticos prometiendo el cambio sin decirnos en qué consiste!












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