jueves, 22 de diciembre de 2016

INMIGRACIÓN DEL SIGLO XXI

 
     Desde una perspectiva política de altura, en España, por el momento, se califican con buena nota los movimientos migratorios que buscan un sitio entre nosotros; sin embargo, quienes  conocen de cerca a estos inmigrantes en el ambiente popular en que se mueven,  no  valoran esta realidad de la misma manera.
      Al decir esto, no tomo partido: confieso que no domino el tema. Sólo constato que cuando una inmigración sobrepasa ciertos límites, -difíciles de concretar- funciona la respuesta  del rechazo. Y cuando los políticos intuyen que  el voto no se consigue llevando la contraria al "populismo espontáneo",  pronto cambian de opinión: unos antes, otros después,  pero el  oportunista pescador de votos es capaz de dar un giro poco humanitario en contra  del inoportuno inmigrante.
      El caso de la vecina Francia, donde la derecha gana adeptos día a día es ilustrativo.  La salida del Reino Unido de la UE, es una prueba expresiva del cansancio social ante una inmigración no deseada. La negativa de varios países, a dar alojamiento a los refugiados víctimas de la guerra es elocuente como pocas. En todos estos casos  y otros de corte similar subyace una respuesta negativa  a la tolerancia del inmigrante.
      En la Europa unida esa realidad va a costar dolores de cabeza a los líderes políticos que defienden un trato generoso para los que sufren la desgracia de tener que huir de su país de origen, por causas insospechadas hasta hace pocos  años.
      El arte de la política consiste en adelantarse a los acontecimientos rompedores de equilibrios que permiten la convivencia pacífica de los seres humanos. Estamos en tránsito por un pasaje inexplorado. Difícil experiencia
      Es  mi parecer. Lo malo del caso es que los políticos, en España, están en otra onda. Demasiado propensos a aplaudirse entre los de la misma bancada, no quieren darse cuenta de la que les viene encima.
     ¡Ojalá me equivoque!

     

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