lunes, 26 de diciembre de 2016

TIEMPO DE TRABAJADORES AUTÓNOMOS

     Leo en un diario internáutico: un banco de prestigio  cierra sus oficinas en zonas rurales que se verán sustituidas por trabajadores autónomos del gremio; éstos, por su cuenta y riesgo, gestionarán las tareas que les encomiende  la oficina bancaria de la capital, mediante un contrato mercantil. El salario del antes empleado bancario, se verá sustituido por una combinación de comisiones de las que ahora vivirá -si los ingresos dan para ello- el guripa autónomo.
     Al mismo tiempo que los políticos se enzarzan en la ascensión salarial del trabajador por cuenta ajena, la dura realidad manda al paro encubierto a estos últimos. No hace falta ser muy listo para deducir que cuando algo, o alguien,  no es rentable, tiende a desaparecer; lo expulsan de la vida activa.
    En este trance los sindicatos obreros han perdido afiliados y manifestantes. Apenas quedan empresarios a los  que presionar para que aumenten los salarios. Los que van bien, tienen guardada la salida: si el incordio sindical se dramatiza, cierran la empresa y se van con la música a otro hemisferio donde los trabajadores por cuenta ajena perciben la décima parte.
    ¿Y los demás empresarios? Andan a medio gas y si se tercia solo trabajan con ellos los familiares o socios y algún temporero.¡Son tiempos de crisis y cada uno se arregla como puede!
    Pero ¿no estamos viendo cómo ha vuelto la alegría y la gente española anda por  ahí de pìstón y cuello vuelto repartiendo optimismo por el mundo?
    Comprendo que el pesimismo no es rentable. Pero cuando una familia se endeuda, año tras año, está en crisis endémica, aunque gaste en turismo y los hijos se engolfen con el botellón. España se endeuda y no por invertir en en empresas productivas. Estamos pagando nuestros vicios y virtudes con dinero prestado.
     Quiero ser optimista, pero los números cantan. Y todo tiene un límite. Hasta en los sindicatos sus  directivos lo saben.A no ser que funden el sindicato de  los trabajadores autónomos... van listos.
       ¡Digo! y ojalá me equivoque.





   

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