martes, 20 de diciembre de 2016

EL FÚTBOL Y EL MAGISTERIO

     Resulta normal que a un futbolista destacado se le premie con salarios descomunales sus habilidades con el balón, mientras  a un buen maestro de escuela no se le distinga, con una mínima diferencia en sus ingresos, de la masa de maestros más zoquetes -que los hay- por aquello de que en democracia todos somos iguales ante la ley.
     Un pensador, experto en estos temas, José Antonio Marina Torres, en una entrevista concedida a EL MUNDO (03/11/2015), se manifestaba de esta manera:  "Quiero que en la carrera docente haya posibilidades de mejora y que se distinga y se premie a los buenos profesores. El buen maestro no puede cobrar lo mismo que el malo. Voy a proponer incentivos económicos y de progreso en la carrera. Planteo la posibilidad de ascensos en dos vías. Por un lado, la vía de la gestión, porque necesitamos buenos gestores de educación. Y, por otro, la vía académica. El sueldo de los profesores en España y en el extranjero es prácticamente igual en el inicio. Pero, en los sistemas de éxito, aumenta conforme van progresando y aquí no: están estancados. No tienen más sueldo por el mérito de su desempeño".
       Observen este dato: tan  democráticas son las masas humanas que llenan un estadio deportivo para presenciar una final de fútbol, como las que  concurren a una manifestación en defensa de la enseñanza pública, frente a la privada, porque en la primera ven un símbolo democrático de igualdad y en la segunda una muestra de todo lo contrario. El pueblo masificado no advierte el daño que hace a sus seres más queridos  y el flaco servicio que presta al progreso del País.
      Es indudable: España universalmente admirada  por sus resultados futbolísticos, está  por debajo de la media entre las naciones que compiten en las pruebas de capacidad  PISA  en las que participan escolares de quince años.
      Las masas confunden la igualdad ante  la ley, con la equidad; ésta prima la valía de las personas con arreglo a sus méritos.  O lo que es bueno para el fútbol, no hay por qué tenerlo por malo en las escuelas.
      ¡Eso parece!
      
       


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