sábado, 24 de diciembre de 2016

CLASE MEDIA EQUILIBRADA

     Entiéndase que  la clase media de un país, puesta a luchar por la mejora de sus condiciones de vida, es muy sensible a las veleidades políticas. La veleidad alude a una voluntad poco razonada, simplista y falta de equilibrio. La vida que prometen cambiar a capricho una mayoría de políticos, suele ser optimista, concesiva, al alcance de la mano... Luego la cruda realidad pone las cosas en su sitio.
     La clase media productiva, aquella que de forma indirecta o directa suele crear puestos de trabajo, es cauta al entregar su voto. En realidad, participa en las elecciones guíada por una justificada desconfianza. Su primer impulso suele conducirle a la  abstención; su voto meditado le lleva a inclinarse en favor del menos malo para el futuro de sus intereses.
     Aquí, en España, los intentos de nuevos partidos políticos para hacerse con el poder se han basado, para ganar votos, en algo tan lógico y deseado como era acabar con la corrupción, pecado en el que habían incurrido los clásicos apoyados en ocasiones por mayorías absolutas. Estos nuevos partidos subieron como la espuma y celebraron sus primeros triunfos con sano optimismo.
      El partido mas dañado en su prestigio aguantó el tirón y después de una caída vertiginosa, recuperó buen numero de votantes; los suficientes para -con habilidad gatuna- hacerse con el poder dejando pelos en la gatera.
     ¿Qué había pasado? Que  las ofertas electorales, tan inclinadas a un cambio milagroso cargado de veleidades, no eran creibles. A tanto llegó el exagerado intento, que se sintió capaz de  mover voluntades como para inquietar a la clase media activa que, al fin, ¡oh maravilla!, dio su voto al político peor calificado en las encuestas por un gran número de españoles.
      ¿Cree alguien que esta respuesta electoral fue caprichosa? Al contrario: se valoraron las promesas desde un plano político realista. No se olviden: las familias de clase media productiva supieron dar su confianza a las ofertas menos destructivas.
       No fueron votos improvisados. Buscaban, más bien,  eliminar riesgos consentidos por la prodigalidad electoral española, no creyendo las promesas milagrosas de nuevos figurantes políticos.
Y aun a riesgo de no dar en el clavo, volvieron al bipartidismo con nuevas combinaciones prácticas. Atiendan  al giro dado por la izquierda moderada.
        A buen entendedor felices fiestas navideñas.







   

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