miércoles, 14 de diciembre de 2016

BILATERALIDAD EN MARCHA

     Bien mirado el bilateralismo es un proceso de integración; pero tratándose de temas autonómicos, se puede invertir el resultado. Puede servir para todo lo contrario: para facilitar la disgregación.
     Desde el Gobierno central,  se ha convocado a los presidentes autonómicos de España  a participar en  una reunión para debatir cuestiones relativas a la financiación de cada territorio.
     El Presidente autonómico del País Vasco elude la comparecencia alegando que, por sus circunstancias -la vigencia del Concierto Económico Vasco-, es recomendable una reunión bilateral entre representaciones de ambos Gobiernos: el de España, nacional, y el del País Vasco, aunque autonómico, también nacional para los vascos defensores de su nacionalismo.
     Históricamente, en el  siglo XIX,  cuando se instauró el régimen de "Conciertos," en casos parecidos a este tipo de reuniones, comparecían ante el Poder central, con sus representantes,  las Diputaciones Forales de Álava, de Vizcaya y de Guipúzcoa, titulares del poder residual  -llamémoslo así- ligado a la foralidad borrada del mapa español.
     El caso es que esa titularidad -aunque se juzgue paradójico- no ha cambiado sustancialmente. Siguen las Diputaciones Forales conservando el poder que  dimana del  Concierto Económico con el Estado y por lógica, habría que contar con ellas si de lo que trata es de mejorar -como parece- las relaciones económico financieras de la Comunidad del País  Vasco con el Estado de la Nación española.
     Ahora, al parecer, la reunión bilateral se maneja en solitario por el Gobierno Vasco, decididamente hegemónico, aspirante a detentar su centralismo en éstas y otras manifestaciones de poder desde Lacua.
     Aunque llegara a conseguirse la unidad nacional euskérica, sería pisotear la historia, promover el achicamiento de las Diputaciones Forales, a las que apelan -en defensa de sus ansiados derechos-  los nacionalismos vascos cuando les conviene. No respetar, como otrora,  la autonomía  foral de los territorios de Álava, Vizcaya y Guipúzcoa, y su  derecho a participar en las reuniones sobre temas financieros con calado autonómico, sería hacer burla de todo lo pactado hasta el momento por unos y por otros.
     Esa era, además,  la doctrina inicial pregonada por Sabino de Arana y Goiri -puertas adentro y desde su punto de mira nacionalista- cuando prometía confederar a los territorios forales.
     ¡No caerá,esa breva!




   

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