jueves, 11 de agosto de 2016

LA LEY Y SU LÓGICA.

     Arnaldo Otegi, dijo: no hay ley que me impida aspirar al cargo de Lehendakari. Démonos cuenta de que tal aspiración  trata de ejercerla en unas elecciones convocadas con arreglo a una ley dimanante de la Constitución vigente española. Para Otegui sólo vale lo que digan los electores,  a los que hace omnímodos dueños del cotarro.
     Que conste un hecho cierto: no soy jurista, ni mucho menos un jurisperito, pero nadie podrá negarme el derecho a exponer mis argumentos dentro de la más ortodoxa lógica; no con lógica legalista, sino convivencial.
      Las elecciones vascas se convocan con arreglo a lo dispuesto en el Estatuto de autonomía vasco y este último rige ajustándose a lo dispuesto en la Constitución española y leyes que de ella dimanan. Por pura lógica, quien participa en unas elecciones vascas está  legitimando las leyes españolas. Salvo excepciones que puedan estar reguladas por leyes también españolas  (son españolas también las vascas peninsulares), si alguien está inhabilitado para desempeñar cargos públicos, puede verse, impedido a participar en unas elecciones como las del País Vasco.
     Claro está que Arnaldo Otegi podría estar acogido a una excepciòn legal que le permitiera su plena participación en estas elecciones. Pero el meollo de la cuestión está en que Otegi se cisca en las leyes, las desvirtúa y,  frente a su vigencia, opone la voluntad de las masas. Se siente legitimado para ser elegido, porque lo quiere una masa de votantes que para él son soberanos.
     Por lógica, interpretando asì la realidad convivencial, en una reuniòn de copropietarios, podrían por voto de la mayoría quedarse con el piso de un vecino los demás  condueños de la casa, bajo cualquier pretexto.
     Cada ley tiene su lógica razón de ser. Por eso suele quedar abierta la posibilidad de cambiarla  por otra más perfecta  o más justa.
     Por el hecho de participar  en una convocatoria electoral, o de presentarse a unas elecciones como candidato, estamos ratificando la legitimidad de la ley que la regula y su vigencia;  en este caso, de la Constitución Española.
     A esto ha de atenerse el Sr. Otegi.








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