En el artículo 67-2 de la Constitución española se dispone: "Los miembros de las Cortes Generales no estarán ligados por mandato imperativo".
Soy consciente de dos cosas: una, de que el voto imperativo, es decir el voto impuesto por los jerifes de cada partido a los parlamentarios del montón, se ejerce con espontaneidad manifiesta pese a no estar permitido; y otra, que el artículo 67 constitucional ha sido y sigue sometido a libre interpretación por los leguleyos de turno, personas que aplican el derecho sin rigor, y ésto ha permitido al poder legislativo, como ya dijera el Sr. Guerra: "el que se mueva no sale en la foto".
Conseguido tal avance,-en España se idolatra al progreso- era lógico que funcionara la claque parlamentaria. La claque viene a ser el grupo de personas que asisten a un espectáculo con el fin de aplaudir en momentos señalados (Diccionario de la RAE). La claque es la pera que madura con el tiempo allí donde las circunstancias climáticas y terreras le son favorables (entre ellas la corrupción que hayla, aun sin dineros por medio). Si seguimos así, a no tardar surgirán los silbidos, las increpaciones y el "¡fuera, fuera!" impuesto por la dicha claque.
En suma: los valores de la democracia (el gobierno del pueblo) se manipulan para dirigir el poder en favor de la casta. Es lo que decían los populistas de PODEMOS y sus compañeros de viaje. Ya no lo dicen: ¡Por algo será! Tal vez porque, como los demás partidos, han visto que es más rentable y productivo dirigir al equipo con el voto imperativo, ahora impuesto -si conviniera- desde la consulta directa a las masas.
En España se ve con normalidad que los parlamentarios, de cada partido, voten al unísono -todos igual- sobre los temas más delicados. Han eliminado, de hecho, el voto en conciencia. Podríamos ahorrarnos la presencia de tanto personaje en las bancadas y, de paso, sus salarios y otros gajes; bastaría con un solo parlamentario por cada camada partidaria. Uno solo, con derecho a un voto, con valor proporcional al número de escaños conseguidos por los suyos en las elecciones correspondientes.
Los políticos, incapaces de llegar a un acuerdo en asuntos decisivos para los españoles en general, rara vez votan desobedeciendo las órdenes superiores. Y si lo hacen, es que ya han preparado su despedida de la política activa, por aquello de no salir en la foto.
Y luego dicen que con ellos no va la corrupción. Si en las jornadas de una futura supuesta investidura funcionara el voto en conciencia -no digo en qué sentido- tendríamos nuevo Gobierno para España en cosa de quince días.
¡Va un café!
No hay comentarios:
Publicar un comentario