lunes, 22 de agosto de 2016

EL PODER INSTINTIVO

      Con  más o menos fuerza, ningún otro afán genera entre los seres humanos las inquietudes y desvelos que se detectan entre quienes padecen ansias de poder. Estas ansias son instintivas, se orientan hacia la primaria necesidad de todo aspirante a ser poderoso: ser el amo para mejor conservar su vida. El bien general se proclama, pero es el pretexto.
       El género humano no llega a dominar del todo los comportamientos instintivos. Lo que  sí tiene aprendido es el uso de apariencias positivas con las que vestir el muñeco;  en ocasiones, a darles  forma de virtud. El matrimonio, dignifica el instinto de la reproducción (conservación de la especie) y, por esa vía, se puede llegar a  la santidad. El derecho a la propiedad de cada cual (otra forma de poder) dignifica el instinto vital que ayuda a la defensa personal (conservación del individuo); por esa vía, uno puede ser millonario sin límites, en perjuicio de la especie.
     A mí arriesgado entender -ustedes perdonen-, el  NO rotundo utilizado por algunos políticos como sistema de lucha, dándole un carácter protector o defensivo, es instintivo y muy elemental. ¿A quién protege, a quién defiende? ¿Al socialismo o a su jefe?  ¿En perjuicio de quién irá  el NO sistemático? ¿En perjuicio del colectivo o de la persona que abusa del  NO?
     En ese afán de poder, los posicionamientos negativos delatan el miedo, a sabiendas de que -muy al contrario- no hay mejor defensa que un buen ataque.
     Pueden decir: ¿Pero no se advierte por todos que el aludido sólo actúa con la mira puesta en en el bien de todos los españoles y con un completo olvido de sus intereses particulares?
     Respondan con sinceridad. ¿Cuántos entran en docena de verdad preocupados por  el bienestar general? ¿No estarán dignificando sus repetidos fracasos?





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