miércoles, 3 de agosto de 2016

CORRUPTOS AGAZAPADOS

    No me cabe duda de que la llamada transición española (de la dictadura a la democracia) se nos ha contado a medias. Y me atrevo a sugerir a los narradores de historia (o mejor de  historias) que indaguen sobre la procedencia de los dineros que  copiosamente llegaron a España para, ¡qué se yo! mover voluntades.
    Aquella teoría  interpretativa de las leyes fundamentales del Movimiento, implantadas por Franco, había que teñirlas  con los colores democráticos. El fin no era otro: desmontar la "democracia orgánica" para poner a punto la considerada como auténtica, la otra democracia, que podría adjetivarse como "parlamentaria".
     Un artífice de la interpretación legislativa, descubrió (o inventó) cómo hacerlo: reformar la  ley desde la ley; es decir, interpretarla para pasar de lo "orgánico" a lo "parlamentario" o sea, sin echar del todo a los que están, hacer sitio para los que llegan .
     La teoría  prosperó  hasta maravillar al mundo; y prosperó sin darnos cuenta de cuánto nos costó la broma  ni cómo se pagó el gasto. No se dice,  pero se movió mucho dinero;  éste,  activó  muchas voluntades; éstas,  hicieron milagros. (Lo pagaríamos más tarde con una reforma fiscal, dijeron que para modernizarnos).
     La cosa se inició con el tardofranquismo. ¿Hubo corrupción generalizada? Creo que se inició al calor de una esperada reactivación económica. De lo que no hay duda es  de que la ocasión propicia llegó con la democracia. Como  tantos españoles fuí testigo de cómo se iba el dinero en unas elecciones montadas a la americana. El aparataje que se aportó para buscar los votos, fue descomunal. ¿Quién lo pagó, dado que los partidos políticos no tenían dinero ni para pagarse un viaje corto en taxi?
     Pero el dinero en grandes sumas, no se regala: se presta. ¿Quién al final corrió  con la cuenta pendiente?  Se lo diré: la corrupción agazapada bajo las, alfombras democráticas. Y todos se pringaron. ¡Todos!
      El caso es que hubo gente que se sintió engañada y no de las filas franquistas. Fueron  muchos los que habiendo  perdido la guerra,  sentían que iban a perder la paz, como así está sucediendo.
      Al paso de los años, el "cambio"  en favor de la podredumbre se generalizó, pero aún no se conocen sus ramificaciones. Y son muy pocos los que se libran.
     Por eso, y por algo más que me callo, a todo político avisado le tiene cuenta obrar y hablar desde la más cautelar prudencia.
     Ya lo recogió la historia del Gran Capitán: "En picos, palas y azadones, cien millones"...

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