lunes, 8 de agosto de 2016

INTOLERANCIA ENTRE POLÍTICOS

     Si me preguntaran cuál es el principal defecto de nuestros políticos, diría que la mutua e irreprimible intolerancia. Empecemos por reconocer que la intolerancia es una debilidad y la tolerancia una habilidad.
     Nos guste o no reconocerlo, todos sacamos a relucir de alguna forma nuestra intolerancia. Hacemos uso de ella sin darnos cuenta: es algo instintivo, poco o nada razonable. El intolerante suele ser doctrinario, para reforzar su actitud, y muchas  veces hostil; no obstante, también procura justificar su intolerancia vistiéndola con sedas y haciendo víctimas con las ideas. De ahí derivan las péleas y hasta las guerras
     Personalmente,  creo al Presidente del Gobierno en funciones arrepentido de haber tolerado, consciente o inconscientemente,  la corrupción epidémica desarrollada en su partido. Un ser humano sinceramente arrepentido,  vale tanto o más que otro limpio de polvo y paja. Desde la, tolerancia, merece plena confianza. Desde la intolerancia no. Ese pretexto, ya no vale.
     En estos términos, ¿qué pasa en la España de nuestros días que no acaba de encontrar su sitio?       Sencillamente, el adversario socialista del Sr. Rajoy no tolera que éste llegue a formar Gobierno, algo imposible si  no cuenta con la aquiescencia del PSOE.
     No tolerar es ser  intolerante, y así aparece como tal el personaje y sus acólitos que dirigen a este PSOE que no  mereció, en votación libre y ordenada (en un  proceso anterior),  la superior confianza del Parlamento. De ahí nace esta no disimulada intolerancia actual, aunque otra cosa se quiera insinuar desde el PSOE, contra el PP y su Presidente.
     Pero, ¡cosas de la vida y de sus extraños compañeros de cama! La intolerancia lleva a no entenderse y, en este caso,  es malísima para el PSOE. A cambio, el buen  entendimiento es bueno para todos y, en este caso, para los españoles en general y  para el PSOE y el PP en particular, siempre que las cosas se hagan bien y con altas miras.
     No olvidemos que estamos en la Unión Europeas, donde España puede figurar entre sus líderes; no olvidemos, tampoco, que en este Continente los socialistas  asumen ciertos principios liberales y los liberales aceptan otros de signo socialista. En eso consiste la tolerancia.
     Parece que el PP del Sr. Rajoy está dispuesto; y que el PSOE del Sr. Sánchez, no. Otros  socialistas, sí lo están.
    ¡Así veo yo el problema! Sencillo de resolver: con un simple pacto de consenso con  proyección de futuro.





 

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