sábado, 13 de agosto de 2016

ASÍ EMPEZÓ LA COSA

     Algunos políticos (eruditos a la violeta que dijo Don José  Cadalso) se las ingenian para sentar plaza de listos y por demás honrados. Y con un cinismo (un morro que se lo pisan) hacen historia y nos ponen como ejemplo a imitar al PSOE. ¡Dios  nos libre!
     Tras todo régimen, desde tiempo inmemorial, España ha cobijado pillos y granujas bajo mil banderas. En consecuencia hemos de tener en cuenta que,  con símbolos varios y  hasta en las mejores familias, nadie con vergüenza puede decir de este agua no he bebido ni ese cura no es mi padre.
     La picaresca, cuyo genoma encontró un clima favorable -como ningún otro- en la celtiberia peninsular,  ha merecido la atención de geniales creadores literarios. Ahí, a disposición de curiosos, están las bibliotecas llenas de libros y revistas para ilustrarse.
     Así empieza la cosa. Pero  vamos a examinarla de cerca, cuando nos hicimos demócratas. Los creyentes en la ya consagrada fe democrática eran tantos que, si volaran, obscurecerían el sol. Y claro, todos querían gobernarnos. Los partidos en gestación (años de la sopa de letras) se endeudaron para costearse las campañas  electorales, principal, vía para alcanzar el poder.
     ¿Se endeudaron? Sí señor. Aún  quedan "pellas" por pagar. Pero la historia del desarrollo democrático español, está por ser tratada históricamente con criterios objetivos y científicos. Bajo ese toldo de la trampa se cocieron jugosos relatos picarescos. Muchos de ellos han permitido que el dudoso negocio de la crítica viva en nuestros días su siglo de oro. Pero el  gran libro, los episodios nacionales (también los plurinacionales) de  la picaresca democrática, está inédito.
     ¡Así empezó la cosa! Tranquilidad: todavía no  ha terminado. Nuevas generaciones de políticos vienen dispuestos a renovar el muestrario.





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