jueves, 21 de abril de 2016

NO IGNORAR LA ESPAÑA DE SIEMPRE

     El Título VIII de la Constitución española es, más o  menos,  un batiburrillo: según la RAE, una mezcla heterogénea de cosas.
     Este Título regula el sistema autonómico español pero nos ha llevado a que, desde una comunidad autónoma,  lo mismo te montan una embajada que te prohiben titular en español un anuncio mercantil; o le dan aire a su independencia soberana,  sin que funcionen de inmediato las medidas disuasorias previstas para el caso.
      Ante esta realidad, palpable en Cataluña, -por ahora-,  una gran mayoría de  políticos, embebidos en sus luchas electorales, no palpan la gravedad del problema,  en gran medida condicionante  de la crisis económica que no acaba; es lo que se barrunta en si se tienen en cuenta los datos estadísticos que exploran el dinamismo económico de España: el frenazo apunta ya en cifras que  coinciden con las dificultades  que afectan a empresas importantes que parecían asentadas.
      ¿Que hacen los políticos tan interesados como presumen en asegurar el bienestar de los españoles? Con un  Gobierno en funciones, incapacitado para tomar decisiones importantes,  se limitan a mantener, en ralentizada  marcha,  un viaje sin destino, todos convencidos de que pueden repetirse los resultados electorales de diciembre;  podría complicarse el problema hasta entrar en fase de estallido.
      Para iniciar el  fin de esta broma, que puede costarnos muy cara, y abordar el futuro  de  todos los españoles con probabilidades de éxito, bastaría con que el PP y el PSOE se decidiesen por dar un paso al frente para eliminar dudas y conflictos personales, dejarse de radicalismos y pensar en cómo maniobrar para corregir la deriva tomada al calor  de unas aspiraciones que pueden afectar a la Unión Europea.
      Por ahora, todos somos españoles,  luego todos tenemos los mismos derechos y obligaciones; con más razón cuando la tormenta se anuncia con nubarrones de color panza de burra. Se impone no ignorar la España dividida de siempre y dar ejemplo de unidad, por lo menos entre los que  forman  la mayoría constitucional que, cuando vinieron mal dadas,  fué nuestra salvación. La de todos..



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