sábado, 9 de abril de 2016

EL DESPRESTIGIO DE LO ESPAÑOL

     Lo digo coloquialmente, no con ánimo de establecer una escala de valores ni con sentido crítico; lo digo con dolor y para constatar un hecho: lo español carece de prestigio entre un gran número de vascos y de catalanes y posiblemente entre los naturales de otras latitudes. También sé que -cuando se conocen de cerca las cualidades de lo español- son muchos los decididos a  rectificar y moderar sus prejuicios.
     Analizar temas de ese tipo, o se hace con rigor  o puede conducirnos a conclusiones falsas. No se negará, no obstante, que  este sentir citado produce desapego  entre los que se sitúan en un plano superior  y sus paisanos que no dejan  de ser  españoles; no olvidemos la vieja Vasconia peninsular, donde nacieron, hicieron su vida, enterraron a sus muertos  y  educaron a  sus hijos gentes llegadas de otras regiones españolas y desde donde salieron vascos a millares para unir sus destinos a la corona de Castilla.  No en vano el  historiador Claudio Sánchez Albornoz sostuvo que Vasconia era la madre de Castilla y por tanto la  abuela de España.
     Sobre esa base disociativa que detecto, se han construìdo dos bandos políticos que corren el riesgo de radicalizar sus sentimientos: el nacionalismo vasco y el nacionalismo español. Y esto es peligroso para todos a nada que se pierda el equilibrio.
      Para algunos de estos nacionalistas todo se arreglaría si España considerara que Euskadi es una nación; y  para otros,  si Euskadi admitiera que es una parte de  España. Pues no; no está en ninguna de las dos propuestas la solución. Y con toda probabilidad se agravaría el problema si se radicalizaran estas tendencias.
      Se podría indagar, racionalmente, sobre las causas del desprestigio de lo español para  -antes de aplicar otros remedios- corregir errores desde la tolerancia y el buen deseo de represtigiar unas buenas relaciones entre las sociedades que se repelen.
      Pero no hagan mucho caso de esto que digo; de sobra sé y veo que las gentes son más partidarias de la pelea que de un razonado entendimiento.La propuesta que hago  exige trabajo, humildad y sacrificio y esto es duro, aunque luego resulte reconfortante. Los más, quieren soluciones rápidas,  lo cual  despierta el sentido oportunista de muchos políticos.
      ¡Así nos  va!
 



    
   

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