jueves, 28 de abril de 2016

EL ODIO DE UN POLÍTICO

     El Sr. Sánchez consiguió el cargo de Secretario General del PSOE siguiendo las reglas exigentes de unas primarias. Es decir, no fue elegido por las altas jerarquías del Partido; lo hicieron las bases con arreglo a unas normas de puro corte democrático.
     A mi entender este éxito le dio alas para los más altos vuelos. ¿Y cuáles fueron  sus aspiraciones, las del Sr. Sánchez?
     Estaban a la vista,  puesto que el propio aspirante lo proclamaba: ganar las elecciones del 20 D por amplio margen; en su favor estaban las noticias de impopularidad del PP, dirigido  por su principal y maltratado político Sr. Rajoy. El PSOE bordeaba la mayoría absoluta, según las apreciaciones del Sr. Sánchez.
     El primer aviso se lo dieron las encuestas y luego la realidad de las urnas. El PSOE cosechó los peores resultado de su vida política, desde la restauración de la democracia.
     Por ahí empezó  el odio. Un odio  elemental fruto de la bisoñez y del simplismo del Sr. Sánchez. Odio que corporeizó en la figura líder del PP ganador,  don Mariano Rajoy.  La primera piedra la puso, como niño enrabietado, en el debate electoral, donde insultó al Jefe del Gobierno,  negándose en fechas sucesivas, al menor cambio de impresiones para sondear una alianza, a  la europea, entre conservadores y socialdemócratas.
     ¿Qué sobrenadaba en los confusos deseos del Sr. Sánchez? La irritación, porque era imposible por ese camino, entendimiento alguno entre el PP y el PSOE, ya que la presidencia del Gobierno, por los resultados electorales correspondería al Sr. Rajoy y no al Sr. Sánchez; y este era un argumento disuasorio. De la irritación al odio solo hay un paso.
      El Sr. Sánchez lo dió en sucesivas manifestaciones, negándose a cualquier entrevista de futuro con  el Sr. Rajoy. El odio, en política, crea barreras imposibles de salvar para tener extraños  compañeros de cama.
      Posiblemente el Sr. Sánchez, haya estropeado el final feliz de sus ansias políticas. Si en junio perdiera votos, es muy probable que lo manden a curar sus furias a un balneario de aguas calientes.
      Algo que le sirva de consuelo a sus frustraciones.
     

 




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