martes, 26 de abril de 2016

LA IMPORTANCIA DEL CIRCUNLOQUIO

     Lo más desagradable de esta campaña que termina  para renovar el Gobierno de España, han sido los malos modales de los que hicieron gala algunos líderes -más de la cuenta- de los principales partidos políticos de España.
     Pienso que todo empezó a salirse de madre cuando el novicio Pedro Sánchez calificó con recochineo de indecente, en un debate electoral,  al Presidente del  Gobierno Mariano Rajoy y éste no supo reaccionar con dignidad. ¿Cómo? Con una sencilla actitud: la de levantarse e irse, dando a entender que no era admisible esa falta de respeto al jefe de un Gobierno; falta que convertía en reo de lesa democracia al jefe de la Oposición. ¡Impepinable!
     El odio personal pasó desde ese momento a cobrar el carácter de extensivo y haría  falta retrotraerse a los tiempos de la II República para evocar un clima parecido.
     No nos equivoquemos: la solución no viene con un cambio de protagonistas; llega con la reforma de actitudes a poner en  práctica por los que actualmente están en candelero.
     Hoy mismo, si ahora, antes de ser recibidos por S.M. el Rey, Sánchez y Rajoy cambiaran de actitud, se dieran la mano y muestras de arrepentimiento el uno y de generosidad el otro, estarían poniendo la primera piedra para entenderse y formar Gobierno,  ahorrando a los españoles un gasto inútil y un tiempo precioso, a  perder para nada en beneficio de nadie, con unas nuevas elecciones. generales.
     En la política sucede como en las relaciones diplomáticas: no cambian los protagonistas en caso de conflicto. Han de actuar terceras personas que sepan manejar el circunloquio. En una hora bien trajinada se pueden hacer milagros, siempre que haya voluntad y fe. Y, repito,  un cambio de actitud.
     ¡No es tan difícil!
  

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