sábado, 23 de abril de 2016

EL MITO DE LA IGUALDAD

     La igualdad no existe, por mas que se empeñen en buscarla sociólogos, políticos  y profetas por separado o todos juntos; la igualdad total no es posible ni lo será, si no cambia la naturaleza de las cosas y de los seres vivos. Por el momento parece que solo nos  iguala la muerte.
     Se aspira que todos seamos iguales ante la ley,  y para de  contar;  pero afirmar que un principio igualitario puede regir nuestras vidas  en toda su amplitud, es mentira.  La ley que se aplica a un niño difiere y mucho de  la que corresponde a un anciano y, ambas, de las que funcionan para adultos que gozan con plenitud de sus facultades mentales.
     Refiriéndonos a sociedades constituidas por seres humanos,  las  leyes se han racionalizado  -es decir se aplican conforme a principios razonables- con el deseo de que sean justas, pero no iguales. Para satisfacer estos anhelos de justicia se ha ido caso por caso, codificando el trato que merece cada grupo o cada persona,  para lograr un equilibrio social y justo que posibilite la convivencia humana.
     Por tanto,  cuando se habla de la igualdad de trato a las distintas Comunidades Autónomas de España, se está formulando un principio de imposible aplicación; lo procedente, es  cumplir  con justicia siguiendo el principio del "suum cuique tribuendi".  La justicia es la voluntad constante de conceder a cada uno su derecho. Los principios del derecho son éstos: vivir honestamente, no dañar a otros y dar a cada uno lo suyo, según los viejos textos acuñados en la antigua Roma.
     Una revisión del sistema autonómico español no está pidiendo un trato de igualdad, sino otro que no se oponga a dar a cada Comunidad Autónoma, un trato justo. Esto exigiría un estudio concienzudo que permitiera  acertar con ese reconocimiento: "a cada territorio uno lo suyo" dentro de un conjunto que conviene a todos conservar     Hay tres principios que nos aproximan a este ideal y que en España no se formularon y no se aplicaron en su momento, cuando se otorgaron competencias: son  los principios de proporcionalidad, subsidiariedad y solidaridad.
     Desarrollar estos principios permitirían hacer justicia, algo que no se conseguiría aplicando el principio de igualdad.
     Otro día más.Lo prometo.



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